Desplazarse es uno de los problemas mas importantes que tiene un discapacitado. Ha sido el objetivo de una importante cantidad de entidades públicas, privadas, ONGs, escuelas de diseño, arquitectura e ingeniería  proveer un ambiente apto y de igualdad de condiciones, entre ellas la posibilidad de desplazarse e ingresar a cualquier lugar que el discapacitado quiera o necesite. La discapacidad no debe ser un impedimento para poder ingresar a un edificio público o bajar a la playa.

Como definición en el Manual de Ciudad Accesible la accesibilidad es el conjunto de características que debe disponer un entorno urbano, edificación, producto, servicio o medio de comunicación para ser utilizado en condiciones de comodidad, seguridad, igualdad y autonomía por todas las personas, incluso por aquellas con capacidades motrices o sensoriales diferentes. Una buena accesibilidad es aquella que pasa desapercibida a los usuarios. Esta “accesibilidad desapercibida” implica algo más que ofrecer una alternativa al peldaño de acceso: busca un diseño equivalente para todos, cómodo, estético y seguro.

Los espacios públicos, edificios y calles se han diseñado siempre pensando en el ciudadano promedio. Esto ha fijado las normas para manuales de diseño, ordenanzas y leyes que generaron un consenso colectivo de como se debe diseñar y usar el espacio.

Desde el año 2015 la Ordenanza General de Urbanismo y Construcción incluye a los discapacitados y personas con dificultades de desplazamiento en sus criterios y exigencias de diseño. Se han modificado normativas para darle confort a los discapacitados y para permitir que sean incluidos de forma democrática en el espacio.

Pero,  ¿de qué sirve poder subir de un piso a otro si mas adelante me encuentro con un obstáculo que no me permite cumplir con mi objetivo? La cadena de accesibilidad se refiere a la capacidad de aproximarse, acceder, usar y salir de todo espacio o recinto con independencia, facilidad y sin interrupciones. Si cualquiera de estas acciones no son posibles de realizar, la cadena se corta y el espacio o situación se torna inaccesible.

El concepto de accesibilidad ha ido evolucionando en la última década hasta llegar a un nuevo enfoque, donde lo principal reside en concebir el entorno y los objetos de forma “inclusiva” o apta para todas las personas. Surge así el concepto de Diseño Universal o Diseño para Todos. Se entiende por Diseño Universal al diseño de productos y entornos aptos para el uso del mayor número de personas sin necesidad de adaptaciones ni de un diseño especializado.

La silla de ruedas, el vehículo que permite el desplazamiento del discapacitado, es la unidad de medida general para los criterios de una ciudad accesible. Si una silla de ruedas puede pasar, sirve para todos. Por lo tanto, la medida universal para diseñar es la superficie que ésta ocupa: 80 x 120 cm.

Destacan entre otros criterios los desplazamientos verticales y las facilidades de apoyo. La seguridad de desplazamientos que realizan personas con movilidad reducida se ven obstaculizados principalmente en los cambios de nivel de los recorridos. Superar un cambio de nivel supone sortearlo exitosamente mediante una escalera, rampa o elemento mecánico

Las facilidades de apoyo son aquellas que ayudan al equilibrio de las personas y la manipulación de objetos. Las soluciones corresponden a la correcta elección e instalación de elementos y accesorios como pasamanos y texturas de suelo.

Para los efectos sensibles y los prácticos estos conceptos aplican también directamente sobre personas de la tercera edad. Los seniors poseen muchas veces las mismas dificultades para desplazarse. Es por esto que el diseño universal no discrimina sino que sensibiliza y democratiza el espacio a y para todos. Así se pueden evitar accidentes que muchas veces terminan por postrar al accidentado, siendo estos mas frecuentes y con consecuencias mas serias a medida que avanza la edad.

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